Originalmente se llamó casería del Desierto que, tras pasar por varias manos, sería comprada por el deán del cabildo de la catedral Iñigo Manuel Fernández de Córdoba quien la mejoró y la dotó de una ermita dedicada a la Purísima Concepción en 1720, pasando a llamarse la heredad Casería de la Concepción del Desierto. Posteriormente, tras su venta, tomaría su nombre actual. Llegó a tener molino aceitero.